He
de confesar que esta película me causa gran conflicto en muchos sentidos. Me
hace decir “me gustó” con un dejo de culpabilidad. En ella se explora la
naturaleza infiel de aquellos hombres
del tipo macho alfa, algunos se encuentran en crisis de virilidad, otros son
cuarentones desesperados por demostrar que a pesar de todo conservan su poder
de seducción, e incluso hay uno por ahí con una particular fijación por la
tercera edad.
Es
divertida sí, porque apela a los instintos sexuales que siempre son objeto de
morboso interés y de risillas picaronas. Pero en realidad creo que este filme transita
por la delgada línea entre buen humor y vulgaridad, entre buen gusto y mal
gusto; esto debido a que recurre constantemente a la comedia de la humillación y
al drama de pareja para ilustrar el mensaje de sociología popular.
Esta
estructura narrativa es algo nuevo para mí. Los sketches variados e inconexos
protagonizados casi en su mayoría por los mismos actores, hicieron que pasara
la primera parte de la película preguntándome qué estaba pasando y quién era
quién. Tal vez fue esta confusión la que hizo, en mi perspectiva, el final más
sorprendente, inesperado, gracioso y un
tanto prosaico. Después de haber visto a Dujardin como un romántico y elegante galán
de los años 20 en El Artista, me costó mucho trabajo creer la posición
(literalmente) en la que terminó su personaje en esta historia.
En
general, creo que Los Infieles es apta para aquellos que gustan de una comedia
digerible que invoque a su alter-ego simplón, morboso y por supuesto, infiel.
(Les infidèles - Fred Cavayé - 2012)
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