sábado, 30 de marzo de 2013

De La ducha a Tuvalu



Dos películas, dos temáticas, el mismo año y dos productos maravillosos que difieren mucho el uno del otro. De entrada, una de las pocas similitudes que podemos ver en ambas obras es el mágico ritual de asistir a un baño público, y es que para nosotros esto es casi desconocido, no tiene una presencia cultural y social tan importante como en los países que enmarcan estas historias (China/Alemania). Otra semejanza la encontramos en los valores de la familia, la lucha por preservar el patrimonio y seguir haciendo aquello que no solo da sustento, sino también es pilar de las relaciones familiares, sociales y amorosas.

La Ducha, por una parte, toca fibras sensibles en el espectador, sobre todo en aquel que está inmerso en la vida capitalista y el mundo material, como el hijo mayor en la historia. El mensaje resalta el valor de nuestras raíces, de dónde venimos, quién creció con nosotros y a su vez, nos hizo crecer. Leí en alguna reseña que “el hijo se ve obligado a hacer frente a las responsabilidades familiares”, pero yo no lo veo así. Es cierto que cae en él un gran peso al morir su padre, pero creo que desde antes él ya era consciente de que el baño era una parte de él a la cual no podía dar la espalda. En fin, a mí me pareció una historia bastante conmovedora y reflexiva.

Tuvalu, por otro lado, es una obra más salvaje, en términos de estética y color. Como todo lo desconocido, esta particular fotografía puede hacerte sentir incómodo al principio, pero una vez que te adaptas y permites familiarizarte con la cultura de este mundo ficticio, puedes apreciar un bello retrato de humanidad. Hay un latente dinamismo en las escenas, las tomas son arriesgadas pero exitosas. La falta de diálogo no merma la calidad del mensaje y podemos encontrar en ella una historia interesante, divertida y cautivadora. La atmósfera te envuelve y hace una marcada diferenciación entre el baño y el mundo exterior, dándole ese aire  expresionista de misterio y fantasía que nos transporta a un lugar dónde las reglas se pueden ignorar, un lugar que sólo la cinematografía se puede dar el lujo de crear.

Dos películas, dos perspectivas, ambas excepcionales historias que solo un baño público puede alojar.

(Shower - Zhang Yang // Tuvalu - Veit Helmer)

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